
La línea divisoria entre lo permitido y lo prohibido, lo oficial y lo clandestino, se borro, se fue, en ese todo de nuestra complicidad.
Vivimos esa dualidad entre la norma y el deseo queda expuesta como un espejismo, el mundo que prometía sólo amantes y segundones engreidos, lo conquistamos juntos, solitos, despojados de todo tipo artificio.
Como mi templo y mi noche prohibida, el lugar donde se bendice cada exceso. Me preguntaba siempre, si era posible que tanto amor y tanto vértigo puedan habitar en en una sola unión. Si las fantasías nacen para ser cumplidas en la sombras, cómo explico que el amanecer sea testigo de las mismas pasiones?
No más doble vida, no mas rostros ocultos, no mas engaños. Todo lo que otros guardan para la transgresión, yo lo encuentro en tus ojos, en tu piel, en nosotros. Los deseso prohibidos, dejan de ser actos clandestinos, una mera evasión del presente y la realidad, para ser la afirmación de que hemos traspasado los límites autoimpuestos.
No hay rincón de mi alma que no reconozca la libertad que me das. Sos el reflejo de lo inconfesable que se torna confesión pública sin necesidad de palabras. Me pregunto si alguna vez imaginé la dicha de ser plenamente yo en presencia de otro ser, sin temer juicio ni reproche, pero no de cualquier ser, sino precisamente, del ser mas amado, valorado y deseado en mi vida.
El éxtasis ya no es un rincón oculto, sino una travesía que emprendemos de la mano, donde la piel es el mapa y el deseo, la brújula. Nos convertimos en exploradores de lo llaman locura, la ebriedad sin el peso de la culpa.
Pienso en la historia pasada, pero tambien en la ajena, en quienes viven con el corazón escindido, reservando la pasión para lo que no debe nombrarse. Convertiste lo que antes pertenecía a mundos separados ahora es la esencia de lo que somos.
Agradezco la bendición? de tenerte como compañera oficial de viaje. De poder disolverme en vos con la misma libertad que algunos reservan para sus andanzas y aventuras. Lo que suele ser el refugio para el amante, von vos es hogar.
Y cada nueva dosis nos eleva a alturas que ya no dependen de nada externo, este amor, este desborde compartido, cuál es el límite?
Me pregunto si necesitamos uno, o si es mejor dejar que el horizonte siga alejándose mientras avanzamos. Porque si algo me enseńaste es que no existen más fronteras, sólo un infinito por habitar y transitar, siempre, juntos.
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